El TCE considera que los Estados miembros no estaban preparados para la introducción del impuesto.
REGULACIONES Y FISCALIDAD
Jorge Rodríguez
23 de septiembre de 2024
Datos inexactos, falta de fiabilidad, dificultades en su implementación y déficit de recaudación. Estos son varios de los problemas que plantea el impuesto a los envases de plástico virgen, según un informe emitido por el Tribunal de Cuentas Europeo (TCE). El documento incluye recomendaciones para corregir varios aspectos del tributo e insta a la Comisión Europea (CE) a adoptar medidas que mitiguen los efectos disfuncionales que está teniendo su aplicación.
Los países están utilizando diferentes métodos de recopilación de datos
El impuesto ha tenido para el TCE “un comienzo irregular, lastrado por datos que no son suficientemente comparables o fiables”. Esta afirmación es parte del título que la institución ha puesto a su Informe Especial sobre el tributo, que fue introducido en 2021 con un doble objetivo: generar ingresos adicionales para el presupuesto de la UE y fomentar el reciclaje de plásticos, contribuyendo así a los objetivos medioambientales de la UE, como la reducción de los residuos plásticos y la promoción de una economía circular. Sin embargo, el informe del TCE destaca que la implantación del impuesto ha sido irregular y se ha visto obstaculizada por problemas en la comparabilidad y fiabilidad de los datos proporcionados por los Estados miembros, lo que ha dado lugar a una recaudación inferior a la prevista.
La definición de plástico varía entre los diferentes documentos legislativos de la UE, lo que ha generado confusión en algunos Estados miembros.
Uno de los principales problemas que señala el TCE es que los Estados miembros no estaban preparados para la introducción del impuesto. Muchos países no transpusieron a tiempo la Directiva relativa a los envases y residuos de envases, que es clave para la correcta aplicación del impuesto. La modificación de esta directiva, publicada en 2018, introduce nuevas definiciones y normas de cálculo que debían ser transpuestas a las legislaciones nacionales antes de julio de 2020. Sin embargo, cuando el TCE recopiló los datos para su auditoría -entre junio de 2023 y enero de 2024- hasta 22 de los 27 Estados miembros no habían completado esta transposición a tiempo, lo que provocó que la CE iniciara procedimientos de infracción contra ellos. A pesar de los esfuerzos de la CE, los retrasos en la transposición y la adopción tardía de ciertos actos legislativos cruciales, como los que regulan el punto de cálculo para los residuos reciclados y los índices medios de pérdidas, afectaron negativamente a la implementación armonizada del recurso propio.
La recaudación ha sido inferior a la prevista, debido a problemas en la comparabilidad y fiabilidad de los datos proporcionados por los Estados miembros.
El TCE también subraya que la definición de plástico varía entre los diferentes documentos legislativos de la UE, lo que ha generado confusión en algunos Estados miembros. Mientras que la Directiva sobre envases y residuos de envases y el Reglamento REACH ofrecen definiciones coherentes, la Directiva sobre plásticos de un solo uso introduce excepciones que reducen el alcance de lo que se considera plástico. Esta falta de coherencia en las definiciones complicó la armonización del impuesto en toda la UE y retrasó su aplicación en algunos Estados miembros.
Estimaciones inexactas y disparidades en los datos proporcionados
Uno de los aspectos más críticos del informe del TCE es la falta de fiabilidad y comparabilidad de los datos que proporcionan los Estados miembros sobre los residuos de envases de plástico generados y reciclados. Estos datos son esenciales para calcular la contribución de cada país al impuesto, que se basa en una tarifa de 0,80 € por cada kilogramo de residuo de plástico no reciclado.
El informe también señala que no se están realizando controles adecuados para garantizar que los residuos que llegan a las instalaciones de reciclado realmente se reciclan.
Sin embargo, el TCE encontró que los países están utilizando diferentes métodos de recopilación de datos y, en muchos casos, no realizan un balance adecuado entre los dos métodos establecidos: el enfoque basado en la comercialización (que se fundamenta en los datos de los productores de envases) y el enfoque basado en el análisis de residuos (que utiliza información sobre las cantidades y tipos de materiales presentes en los flujos de residuos). Esta falta de uniformidad ha generado estimaciones inexactas y disparidades en los datos proporcionados.
El informe revela que ninguno de los Estados miembros ha realizado un balance adecuado entre ambos métodos, y la mayoría de ellos ha utilizado sólo uno de los dos. Dado que el enfoque basado en la comercialización tiende a subestimar la cantidad de residuos generados, existe una alta probabilidad de que las cifras utilizadas para calcular las contribuciones al impuesto también estén subestimadas.
La medición de los residuos reciclados tampoco se realiza de manera uniforme
Esta situación plantea un problema significativo, ya que las contribuciones nacionales pueden no estar calculadas sobre una base comparable entre los diferentes países de la UE.
Además, el TCE encontró que la medición de los residuos reciclados tampoco se realiza de manera uniforme. Según la legislación europea, el peso de los residuos reciclados debe medirse en el punto de entrada al proceso de reciclado. No obstante, debido a la falta de infraestructuras adecuadas, muchos Estados miembros optan por medir el peso a la salida de la operación de clasificación y aplicar índices medios de pérdidas para estimar las cantidades efectivamente recicladas. Los índices de pérdidas varían considerablemente entre países, lo que reduce aún más la comparabilidad y fiabilidad de los datos. En algunos casos, las pérdidas pueden oscilar entre el 20% y el 45% del insumo total del proceso de reciclado, lo que lleva a estimaciones infladas de los residuos reciclados.
Muchos países no transpusieron a tiempo la Directiva relativa a los envases y residuos de envases, que es clave para la correcta aplicación del impuesto.
El informe también señala que no se están realizando controles adecuados para garantizar que los residuos que llegan a las instalaciones de reciclado realmente se reciclan. En muchos Estados miembros, la recolección de datos depende de organizaciones de responsabilidad ampliada del productor, que son las responsables de gestionar los residuos de los envases plásticos y garantizar su reciclaje. Sin embargo, el TCE detectó que los controles realizados a estas organizaciones son insuficientes, lo que aumenta el riesgo de que los residuos declarados como reciclados no se reciclen en todos los casos.
El primer año de aplicación estuvo marcado por un significativo déficit de recaudación. Según el TCE, los Estados miembros no previeron correctamente las cantidades de residuos de plástico no reciclados que generarían en 2021, lo que llevó a una recaudación de 1.100 millones de euros menos de lo previsto. Esto representó un 19% menos del total estimado para ese año. La falta de previsiones fiables se debió, en parte, a los cambios tardíos en la legislación, la escasa calidad de los datos y el impacto de la pandemia de COVID-19 en los patrones de consumo.
Alta probabilidad de que las cifras para calcular las contribuciones al impuesto estén subestimadas
Finalmente, el TCE ofrece una serie de recomendaciones para mejorar la gestión y la aplicación del impuesto sobre los plásticos no reciclados. En primer lugar, insta a la CE a mejorar la comparabilidad y la fiabilidad de los datos. Esto incluye la necesidad de armonizar los métodos de recopilación de datos entre los Estados miembros y garantizar que se realice un balance adecuado entre los dos enfoques de cálculo de los residuos generados.
Por otro lado, se recomienda a Bruselas que adopte medidas para mitigar el riesgo de que los residuos enviados a instalaciones de reciclado no se reciclen realmente. Esto es especialmente relevante en el caso de los residuos que se exportan fuera de la UE, donde las condiciones de reciclaje pueden no ser equivalentes a las de la UE. La falta de controles adecuados en estos casos plantea un riesgo significativo de que los residuos no sean reciclados, lo que compromete los objetivos medioambientales del impuesto.
A pesar de todos los desafíos, el TCE reconoce que el impuesto tiene el potencial de contribuir significativamente a los objetivos medioambientales de la UE, siempre y cuando se tomen las medidas correctivas necesarias para mejorar su aplicación y garantizar la comparabilidad y fiabilidad de los datos. Las recomendaciones del TCE ofrecen una hoja de ruta clara para abordar estos problemas y optimizar la gestión de este nuevo recurso propio.